RELAJACIÓN EN INFANTIL
- escuelaelbosque
- 1 jun 2020
- 3 Min. de lectura
(Educadores del nivel 2-3 años , acompañantes de las niñas y niños de la EI "El Bosque")
La relajación es el medio por el cual podemos llegar a experimentar la libertad de vivir en el estado de conciencia que deseamos.

La relajación en infantil presenta muchos beneficios para todos los menores. Por un lado, el aprendizaje de métodos de relajación, mejora la seguridad que tienen en sí mismos, mostrándose más sociables y menos agresivos, y por otro, incrementa su alegría y espontaneidad.
Produce en el niño y niña una valoración de imagen que construye de sí mismo. Debe hacer que el niño y niña tome mayor confianza al potenciar las sensaciones corporales.
Los ejercicios de relajación deben ir diferenciando edades y considerando las capacidades de desarrollo y maduración que corresponde a cada nivel de edad.
Como cualquier otro tipo de aprendizaje o actividad, no se les debe de obligar, si no que los ejercicios de relajación deben hacerse induciéndolos hacia el descanso y la distensión muscular, como una continuidad natural de las actividades, disfrutando de la relajación.
La práctica diaria de la relajación nos aporta múltiples beneficios a nuestro organismo como son:
- Disminución de la ansiedad.
- Estabilización de las funciones cardíaca y respiratoria.
- Aumento de la velocidad de reflejos.
- Aumento de la capacidad de concentración y de la memoria.
- Aumento de la eficiencia en la capacidad de aprendizaje.
- Incremento de la habilidad para relajarse cada vez que lo necesite estemos donde estemos.
- Sintonización de armónica de la mente y el cuerpo.
- Aumento de la tendencia natural de conocerse así mismo.
- Incremento de la capacidad creativa.
- Aumento de la confianza en sí mismo.
- Mejora en la calidad del sueño.
- Aumento de la recuperación física y mental.

Es bueno que se relajen para que su mente descanse y grabe lo aprendido; como todo el tiempo están aprendiendo cosas nuevas, es necesario darles tiempo a que asimilen lo que vieron antes de efectuar otra actividad. De forma contraria, llegan a olvidar lo que acaban de ver y a no grabar lo nuevo, lo cual conlleva a que no pongan atención en lo que están haciendo y a ponerse a jugar o hacer cualquier otra cosa.
Lo que se sugiere es en primer lugar que nosotros los adultos tenemos que estar relajados, cada uno tiene que buscar una técnica que les ayude dependiendo de su personalidad como puede ser yoga, andar, relajación musical… y segundo es crear un entorno relajante, el tono de la voz y la manera de hablar son factores poderosos para poder conseguir atención que se convierte en la base de la relajación.
Podríamos decir que hay dos tipos de relajación:
· Relajación estática: con la audición de una música, el canto (nuestra voz cantando una canción), explicando un cuento musical, música con ejercicios de títeres, campanas…
· Relajación en movimiento: que puede ser con una pequeña danza corta haciendo movimientos lentos y sencillos o creando un juego donde el movimiento nos lleve a la relajación. O también con ejercicios de imaginación y movimiento, como una pequeña danza, un cuento musical, una canción, una audición, ejercicios cortos y siempre pequeños momentos.

Hay que decir que todos los niños y niñas no responden de la misma manera ante estas actividades. Resulta recomendable incorporar, masajes, caricias o juegos de contacto físico ya que son formas muy motivadoras y favorecen la confianza, el aprecio y el cariño.
Algunos ejercicios de relajación son:
Tortuga: nos permite trabajar con movimientos lentos de brazos y manos. Le podemos explicar un cuento cuyo protagonista sea una tortuga que pasea por un bosque y cuando se encuentra con una amenaza tiene que meter la cabeza en el caparazón. De esta manera estaremos enseñándole a ejercitar la tensión muscular en cuello y hombros para, después, relajarlos y volver a caminar tranquilamente.
Hormiga: tiene que hacerse pequeño, muy pequeño, y mover brazos y piernas como si fuera una pequeña hormiga. En este movimiento estaremos provocando una tensión muscular que deberemos relajar pidiéndole que, poco a poco, se vaya convirtiendo en otro animal o dejando de ser una hormiga, para notar la relajación en los músculos.
Risas: reírse es uno de los mejores calmantes. Cuando nos reímos mucho, nuestro cuerpo se siente muy relajado. Así que después de ver al niño ansioso o enojado, prueba de buscar formas de reír y disfrutar juntos.
Abrazos: nos abrazamos como se abrazan los osos, a la de 3… venga… una, dos y tres. Si lográis 20 segundos de abrazo con vuestro peque, es un estado de bienestar máximo, el cuerpo se nivela y la persona abrazada se siente por esos segundos totalmente a salvo, por lo que el cuerpo se relaja al sentirse protegido.
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