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Espacios para desarrollar el juego libre en casa

(Por Raquel Rodríguez. Pedagogía Waldorf)

En numerosas ocasiones hablamos del juego libre como base del desarrollo del niño, no sólo a nivel creativo, sino, especialmente, a nivel de crecimiento y maduración neuronal. Cuando el niño juega libremente, sin unas pautas que regulen su actividad, es quién decide qué, cómo y cuándo utilizar un determinado elemento, y obtiene una experiencia mucho más enriquecedora.

El adulto no dirige la actividad, pero sí puede poner a disposición de los pequeños una serie de elementos que favorezcan este juego. Aunque nuestras casas no sean demasiado grandes, es posible crear varias zonas en las que puedan desarrollar sus diferentes facetas con materiales sencillos y fáciles de encontrar.

Podemos establecer cinco áreas o zonas de juego que favorecen la comprensión e integración natural del propio niño consigo mismo y con su entorno, y que tienen validez para los niños a lo largo de su infancia, pues según va creciendo, utilizará los recursos de diferentes maneras.

1 – EL JUEGO SIMBÓLICO: La casita.


Jugar a “las casitas” ayuda a los pequeños a combinar hechos reales con hechos imaginativos, pues proyectan sus vivencias y las imitan. Jugando a las casitas van creando una estructura interior que, poco a poco, da sentido a sus vivencias y les ayuda a comprender el mundo.

Los materiales que podemos ofrecerles son muñecos con sus trajes, cunas y ropa de cama, armarios, cocinitas, utensilios de cocina adaptados (de cerámica, madera o metal), teléfonos de madera, plancha y tabla para planchar, tendederos, utensilios de limpieza, trapos, herramientas de juguete (rincón del carpintero), cestitas y delantales.

2 – EL PENSAMIENTO LÓGICO: La tienda.


Es una preparación paulatina y sutil, sin presiones, pretensiones ni explicaciones, desde el juego. Es una actividad que se puede comenzar con menos elementos y, a medida que crecen, aumentar las posibilidades.

Para esta actividad es muy útil un mueble o mesa en la que puedan utilizar como mostrador, así como pequeñas cestas en las que podemos colocar botones, conchas, frutos secos sin pelar (avellanas, castañas, nueces, bellotas…) pequeñas piedras, cintas, papeles o trozos de tela de colores, palos de helado, cuentas de madera, frasquitos, cajas vacías, etc.

3 – JUEGO LIBRE: Las construcciones.


A las personas nos gusta construir casi de manera innata, casi todos los niños y niñas construyen aun sin haber visto nada que puedan imitar. Crear cabañas, edificios, barcos… es una actividad que les aporta confort, pues están creando y alimentando la fantasía y creatividad, que les ayudará en el futuro a crear soluciones propias.

Para favorecer las construcciones se puede contar, entre otros materiales, con troncos y piedras de distintas texturas y tamaños, ramas y cortezas de árbol, bloques y tablones de madera grandes y pequeños, así como juguetes de madera como trenes, coches, camiones, tractores.

4 – LA DRAMATIZACIÓN: Los disfraces.


El ser humano presenta múltiples facetas en su interior; recrearlas en un teatro es constante en la infancia, pues acerca a los niños a situaciones y sentimientos que necesitan tener una salida y respuesta. A través del teatro, su interior abstracto toma vida propia.

Además, la dramatización convierte una idea en acción, proporciona sensaciones, planteamientos, imaginación, fantasía, magia y una libertad creadora que, si no se consigue en la infancia, es prácticamente imposible conseguir en la etapa adulta.

En una cesta podemos dejarles diferentes telas de colores, preferiblemente de algodón o seda, sombreros, delantales, zapatos viejos, chales, toquillas… También puede ser interesante elaborar a mano pequeños muñecos de pie con los que representar teatrillos o para que los niños puedan inventar sus propias historias.

5 – PARA LEER O ESCUCHAR CUENTOS: La lectura y biblioteca.


Los cuentos son elementos fundamentales en el desarrollo de las personas. Cuando tienen menos de cinco años aproximadamente, suelen utilizarlos como “juguetes”, por lo que es mejor que los lea el adulto. A partir de esa edad, podemos crear un espacio con cojines, una alfombra y cuentos de calidad a su alcance para que se acerquen a ellos libremente

Raquel Rodríguez -Pedagogía Waldorf-.


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